domingo, 2 de julio de 2023

tech uruguay

 

Desde Spotify a Facebook y Amazon: cinco historias de uruguayos que triunfan en el mundo “tech” de Nueva York

Estima que hay "algunos cientos" de uruguayos viviendo en Estados Unidos y trabajando en empresas de tecnología

Cinco uruguayos que trabajan en empresas de tecnología en Nueva York.
Cinco uruguayos que trabajan en empresas de tecnología en Nueva York.
Foto: Archivo.

En Nueva York

El lobby de la torre número cuatro del World Trade Center de Nueva York sirve como ejemplo para la cantidad de situaciones en simultáneo que se suelen dar en “la ciudad que nunca duerme”. Con una temperatura de 27 grados y un sol que refleja sobre el asfalto y los vidrios -que son las únicas constantes de Manhattan-, los turistas pasan por la puerta y buscan el ángulo perfecto para fotografiarse junto a los 75 pisos que tiene el edificio. Las personas van cambiando a cada instante, pero nunca dejan de aparecer frente al lobby. Miran para adentro del edificio y algunos incluso se animan a entrar, descubriendo un aire acondicionado perfecto para la situación. Aunque no se les niega el acceso, ninguno de ellos puede conocer más que el lobby porque no tienen autorización para pasar de ninguna de las empresas que funciona allí. Pero el lobby es suficiente. Ahí está la oportunidad de ver a quienes entran y salen. Qué dicen, cómo se visten y cuán apurados caminan. Algunos impecablemente formales en su vestimenta, hablando por teléfono a través de los auriculares inalámbricos que parecen ser un requisito para ser neoyorquino, pero otros lucen más informales. Uno que pertenece al último grupo es Javier Buquet. Un uruguayo de 33 años que trabaja en Spotify, la empresa que ocupa la mayor cantidad de pisos de la torre.

Javier tiene puesta una bermuda, una remera y unos championes de colores. Está trabajando en el funcionamiento de una de las aplicaciones más populares, esa que democratizó y facilitó el acceso a la música a través de un par de clics. Además, todos los días va a trabajar a un lugar emblemático en medio del distrito financiero de una de las principales capitales del mundo. Pero, a pesar de ser las dos de la tarde de un lunes, él tiene la libertad de poder tomarse un café sin mirar el reloj y charlar sobre cómo llegó a estar donde está.

Javier Buquet y Justina Borad.
Javier Buquet y Justina Borad.
Foto: Clara Lussich

Antes de subir hasta el piso 75 de la torre, en donde funciona una de las cafeterías que es exclusiva para los empleados de Spotify, Javier frena el ascensor en el 62 para ir hasta donde se encuentra Justina, su novia, quien también es uruguaya y trabaja para la app que nació en Suecia.

Ellos son dos de los cientos de uruguayos que calcula la Cancillería que hoy residen en Estados Unidos y trabajan en el mundo de la tecnología. Aunque no hay una cifra concreta y el conteo se vuelve aún más complejo si se tiene en cuenta a los que trabajan de forma remota desde Uruguay para empresas americanas, fuentes diplomáticas dicen que son “algunos cientos” los que viven allí y están en el rubro. Además, un dato nada menor: Nueva York es considerada la segunda ciudad de Estados Unidos más importante detrás de San Francisco en cuanto a innovación y tecnología (ver aparte).

Justina, que es ingeniera en sistemas al igual que Javier, cuenta detalles sobre el proyecto en el que está trabajando ahora, una radio de Spotify a través de inteligencia artificial. Mientras da información sobre la nueva función, pide un capuchino en la cafetería, que está vacía. Los lunes y los viernes la mayoría de los empleados de la empresa prefiere trabajar desde su casa -a pesar de que en la oficina se sirve desayuno y almuerzo para todos- y cada uno de los pisos amplios con sillones grises y ambientados con temática musical quedan vacíos. En el piso 75 la oficina en la que la pareja habla con El País tiene una pared repleta de perillas con luces led de colores, idénticas a las que tienen las guitarras eléctricas. También hay unos cuantos vinilos en un escritorio contra la ventana y una radio muy vintage, como una caja gigante. Desde ahí arriba se siente muy cerca la famosa Estatua de la Libertad, que en realidad está a tres kilómetros del edificio.

Nueva York
Nueva York. Foto: Archivo.

“Acá sirven el desayuno entre las ocho y las diez, entonces ahí suele llegar la gente. Y nos solemos quedar hasta las cinco o seis, pero con mucha flexibilidad. Siempre y cuando te presentes en las reuniones de equipo, podés hacer lo que quieras. Lo cierto es que todo el mundo quiere crecer, progresar y tener oportunidades y todo eso llega si trabajás, aunque es cierto que nadie te está controlando”, cuenta Javier mientras Justina asiente. Ellos se fueron de Uruguay en 2020 y “eso ya fue una hazaña”, según ella, porque las empresas grandes de tecnología -big tech en la jerga local- no estaban contratando de forma masiva por la pandemia. Se conocieron trabajando para Montevideo Labs, una empresa uruguaya que se dedica a dar servicios de análisis de datos a clientes americanos. Aunque Spotify no era uno de los clientes de Montevideo Labs, conocían a un uruguayo que había trabajado allí y luego pasó a la empresa de origen sueco. Como la oferta de trabajo es tan grande y no hay suficientes recursos humanos para cubrir las necesidades de empresas grandes como Spotify, muchas de las big tech trabajan a partir de lo que llaman “referrals”, o sea, contratar a partir de recomendaciones de los propios empleados, quienes además reciben una compensación económica por hacerlo en muchos casos. Así fue que ambos pasaron por el proceso viviendo en Montevideo y se convirtieron en empleados de Spotify. El “problema”, para Justina, fue que a pesar de que Spotify tenía oficinas en Nueva York, inicialmente debían trabajar en Suecia, donde está la oficina central de la empresa. “No solo no había ido ni sabía mucho sobre Estocolmo, sino que tampoco conocía a nadie que haya visitado ese lugar”, cuenta entre risas.

Después de vivir dos años en Suecia y pasar mucho frío, la pareja gestionó la mudanza a Nueva York dentro de la empresa y la consiguió, un camino que suelen recorrer los empleados internacionales de la empresa, que prefieren huir del invierno nórdico. El clima “cruel” no compite con el clima y el dinamismo que se respira en Nueva York, sumado a que aquí “se reciben más visitas”, según Javier.

Los dos están de acuerdo en que Spotify se desmarca del resto de las gigantes de la tecnología en su cultura de trabajo. En parte, la pareja de uruguayos vino a Nueva York “en búsqueda de un ritmo de trabajo más fuerte, porque en Suecia es todo muy tranquilo”, pero acá, en el lugar conocido por ser “la jungla de concreto”, la empresa igual parece estar “a otro ritmo” que el resto de la ciudad. Javier subraya: “Yo, por ejemplo, los martes juego al fútbol con varios uruguayos y entre ellos hay uno que trabaja en finanzas. Él casi nunca puede llegar en hora porque se queda hasta tarde en el trabajo. Estando en Spotify eso es muy difícil que te pase. Si tenés algo te podés arreglar para estar”, cuenta y agrega: “Pero al fin y al cabo el ritmo lo sentís y es lo mismo para toda la ciudad. Yo estoy en el subte y me doy cuenta de que todo el mundo viene como empujando porque quiere llegar al trabajo y yo siento lo mismo, se contagian esas ganas de trabajar para ser parte de una maquinaria de mucha gente que busca oportunidades y quiere llegar a su máximo”, sostiene en el piso 75.

El "superpower".

Los uruguayos que están en Nueva York y forman parte de ese “mundo tech” se dividen, básicamente, en dos grandes grupos. Por un lado, están los que son empleados de las big tech y, por el otro, los que son emprendedores y buscan potenciar su idea o startup. Federico Negro dice que nunca se llevó bien “con la idea de trabajar para alguien más”, así que pertenece al grupo de los emprendedores.

En una cafetería bohemia e impecablemente decorada de Brooklyn, el barrio en el que es local, Federico se toma un café americano y dice que para él, ser uruguayo es un “superpower”. Llegó con 15 años cuando sus padres decidieron mudar a la familia a Chicago, después completó sus estudios en Nueva York y no se fue más. Hoy vive en Brooklyn junto a su esposa, que es argentina, y sus dos hijos. “A pesar de que estudié arquitectura, siempre tuve un pie en lo digital y la tecnología. Me apasiona entrar en el porqué de las herramientas que se usan para diseñar”, cuenta.

Federico Negro en Harvard.
Federico Negro en Harvard.
Foto: Archivo.

A diferencia de otros uruguayos que llegan a presentar sus startups al mercado americano como intrusos, Federico hace énfasis en el hecho de que siempre estuvo rodeado “en un 100%” por americanos. “Tuve que armar todo desde dentro del sistema. Desde aprender a hablar inglés hasta la forma de ver el mundo”, reflexiona. Así fue que participó de la creación de tres empresas junto a distintos socios, dos de las cuales fueron vendidas a otras más grandes y la tercera, llamada Canoa, es la más reciente y la que lo tiene particularmente entusiasmado. Canoa es un software pensado para las necesidades de los arquitectos y diseñadores de interiores. “Se mezclan los dos mundos: el del e-commerce y el de las herramientas de diseño, porque al hacer los dibujos de un espacio también podés saber exactamente cuánto te van a costar los muebles y también podés comprarlos directamente ahí”, explica mientras sigue tomando su café.

Federico asegura que “muy de vez en cuando” se topa con “un uruguayo que piensa en grande y no se achica”. Según él, el tamaño del país “no debe ser una excusa para no animarse a hacer las cosas en grande” y, particularmente en Nueva York, “no existen los límites a la hora de emprender”.

Para el arquitecto, que tiene contacto con otros emprendedores uruguayos del mundo tech, lo que hace falta es un “comunidad emprendedora que se ayude”, tal como sucede con las personas de países como Argentina o Brasil cuando vienen a desarrollar sus actividades a Estados Unidos.

INDUSTRIA.

¿Cómo es el mapa industrial de Estados Unidos?

A pesar de que casi todas las empresas que entran en la categoría de las big tech (Google, Facebook, Uber, Spotify y Amazon, entre otras) tienen sedes en Nueva York por su peso como capital del mundo, lo cierto es que esta no es la ciudad sinónimo de tecnología para Estados Unidos. Obvio: ese puesto lo ocupa por lejos San Francisco, que es la sede de Silicon Valley, la localidad en donde están las oficinas centrales de estas empresas. Nueva York sí es considerado el epicentro de la industria financiera, sobre todo por contar con Wall Street, en donde se concentran los principales bancos del mundo.

A cuatro horas de Nueva York, la ciudad de Boston es reconocida por sus prestigiosas universidades y el funcionamiento de la industria médica y biotecnológica, con los laboratorios y hospitales más prestigiosos del país.

Otra zona clave en el mapa industrial norteamericano es Texas, en donde se desarrolla la mayor parte de la industria petrolera. Según la ONU, Texas produjo 1.780 millones de barriles de petróleo en 2020, marcando el récord histórico.

“Más allá de que haya un vínculo entre el mundo tech de uruguayos, lo cierto es que el ecosistema tiene que funcionar de manera integral. A Uruguay le ha ido bien en software, pero todavía no se ve la reinversión en su propio sistema. Estas empresas que les va bien y se venden por millones deberían hacer una reinversión en otras para que todo siga creciendo”, dice. En este sentido, una fuente diplomática que prefiere no ser identificada, sostiene: “En Uruguay en general hace falta educación sobre la posibilidad de invertir en ese tipo de empresas y cómo hacerlo”.

Las grandes ligas.

Germán Chiazzo es el único de los uruguayos entrevistados por El País que no es puntual con el horario del encuentro. Cuando se pone en contacto pide disculpas por la tardanza y explica que estaba en “una reunión larga”. Tiene 30 años y se fue con 22 contratado por Facebook, la empresa que recientemente cambió de nombre y pasó a ser Meta. Germán la llama así, aunque alguna vez se le escapa y dice Facebook pero luego se corrige.

Germán Chiazzo.
Germán Chiazzo.
Foto: Archivo.

Todavía estaba estudiando ingeniería en la Universidad ORT cuando participó de un concurso de programación en donde había un contacto de la empresa que se interesó en él. Después de eso se fue tres meses a hacer una pasantía a la empresa en las oficinas de Silicon Valley. Germán trabajaba en el segundo piso de la oficina y Mark Zuckerberg en el primero. “Me acuerdo de sentir todo el tiempo eso de querer jugar en las grandes ligas. Tenía muchas ganas de hacer cosas importantes”, reflexiona y admite que en la empresa, al igual que en el resto de las big tech, lleva “algunos años” aprender a cómo gestionar un buen balance entre la vida personal y el trabajo. “Al principio querés demostrar lo que sos capaz de hacer y estás aprendiendo todo el tiempo, entonces es difícil”, dice para justificar el porqué detrás de la “mala fama” que tiene Meta sobre los extensos horarios laborales.

La cronología fue así: después de la pasantía le ofrecieron un puesto permanente en Londres, en donde finalmente vivió dos años hasta que consiguió la visa de trabajo para Estados Unidos y trabajó dos años en California hasta que decidió mudarse a Nueva York. Hoy es el líder técnico de la organización del e-commerce de Meta. En criollo: se encarga de todo lo que se promociona y requiere de pagos en la plataforma.

Según él, “no solo los uruguayos sino los latinoamericanos en general” que trabajan en este tipo de empresas tienen un gran plus. “Tenemos en común el hecho de que sabemos arreglarnos con pocos recursos. Veo todos los días cómo muchas veces podemos dar soluciones a problemas simples sin generar una gran operativo. Creo que es por eso que este tipo de empresas no mira solamente a egresados de Harvard o Yale, sino también a gente de otras partes del mundo que tienen mucho para dar”, reflexiona.

Germán no descarta volver a vivir a Uruguay, aunque deja claro que por el momento eso no se encuentra en sus planes a corto plazo. “Es muy atractivo ver que últimamente varias empresas uruguayas lograron cosas importantes. Eso a mí me da esperanza de saber que, si pienso volver, puedo crear mi propio negocio y tendría futuro. Es un buen mensaje para los que estamos afuera”, admite.

Economista de Amazon.

“Yo obviamente soy bastante nerd y lo acepto”, admite entre risas Mathías Jiménez, en su casa en el Upper West Side, una de las zonas residenciales más caras de Manhattan.

Después de haber terminado su carrera de grado en economía en la Universidad de Montevideo, pasó por Buenos Aires para hacer una maestría y después de dos años consiguió ser admitido en la Universidad de Stanford donde estuvo durante otros seis donde completó un PhD, también en economía. Hoy trabaja para Amazon, otra de las big tech. Se dedica a hacer pronósticos financieros para la empresa.

Mathías Jiménez.
Mathías Jiménez.
Foto: Archivo.

Dentro de Amazon, el equipo al que pertenece tiene flexibilidad a la hora de elegir desde qué ciudad trabajar y el abanico era grande, pero Mathías y su esposa se volcaron por Nueva York “para vivir la ciudad”. Aunque tiene claro que “en algún momento” le gustaría volver a vivir a Uruguay, no está seguro cuándo será ni se pone fechas para hacerlo. En su cabeza está principalmente lo que pasa con su visa de trabajo, que se vence el año que viene y, aunque desde Amazon le informaron que están interesados en tramitarle la green card, que le otorgaría la residencia permanente y la posibilidad de trabajar con libertad en cualquier empresa, debido a “burocracias inentendibles”, Mathías posiblemente deba irse de Estados Unidos el año que viene y ya piensa en cuál oficina de Amazon elegir: Canadá o Inglaterra.

A pesar de que es cierto que hoy Uruguay avanzó en conversaciones con Estados Unidos vinculadas a “la inserción de productos uruguayos en el mercado estadounidense”, según informaron desde el gobierno después del encuentro entre el presidente Luis Lacalle Pou y Joe Biden, no está claro si también se avanzará en trámites de visado o políticas laborales para quienes son empleados por una firma americana o deciden llevar su empresa al país.

Con sueldos que suelen superar los 15.000 dólares mensuales y oportunidades que parecen ser cada vez más atractivas es que los trabajadores de las big tech y también los emprendedores de la industria tecnológica se desarrollan en ciudades como Nueva York. Los uruguayos extrañan muchas cosas del país, claro, y también lamentan tener que estar lejos de donde nacieron para poder acceder a una vida distinta.

INVERSIÓN.

La posibilidad del data center de Google en Uruguay

En mayo de 2021 Google adquirió un terreno de 30 hectáreas en el Parque de las Ciencias, ubicado en el departamento de Canelones, y se consideró la instalación de un data center para la empresa allí. Un data center es un centro de bibliotecas digitales con acceso permanente desde donde salen las búsquedas en navegadores web. Actualmente la empresa no cuenta con una sede en el país, por lo tanto la noticia generó entusiasmo en todo el sector. Sin embargo, una fuente de la empresa dijo a El País hace un mes que “el proyecto aún se encuentra en una fase exploratoria y el equipo técnico de Google está trabajando activamente con el apoyo de las autoridades nacionales y locales”.

A pesar de que aún no se concretó, hace algunas semanas la empresa abrió un llamado para dos puestos de trabajo desde Uruguay. Uno está destinado a un ingeniero mecánico y otro para ser gerente de programa de la misma área. Ambos puestos se desarrollarían desde Uruguay, aunque no se brindan demasiados detalles en el llamado sobre si se trata de un trabajo remoto o para realizar en el data center una vez que sea inaugurado. “Estamos comprometidos con la igualdad de oportunidades de empleo y Google se enorgullece de eso”, sostuvo la empresa al respecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 Una Nota sobre las Intervenciones Psicoterapéuticas Con el tiempo en este ministerio, poco a poco descubrí que considerando que el Señor, ...