Este cuadro de una niña con mirada combativa, se encuentra en la Quinta de Raffo, en el barrio del Prado de Montevideo. Hoy, el Museo de Bellas Artes Juan Manuel Blanes. Quien pintó el cuadro fue, nada menos que, Juan Manuel Blanes. La retratada Clara García de Zuñiga, quien fuera propietaria de la mansión y la quinta en el periodo de 1872 – 1885. Sí, la propietaria.

Tanto pintor como retratada pasaron a la historia de distintas maneras y sus destinos se cruzaron en varias ocasiones. Juan Manuel Blanes, pintó a Clarita cuando tenía 6 años. El cuadro fue uno de los primeros retratos académicos que realizó Blanes, antes de hacer su formación en esta disciplina en su viaje a Italia. Paralelamente, Clarita, después de posar para Blanes, tuvo conocimiento de cuál sería su destino programado por su padre.

Retrato de Clara García de Zuñiga, obra de Juan Manuel Blanes en 1851.

Clara García de Zuñiga, nacida en Gualeguaychú el 15 de abril de 1845, hija de uno de los políticos y terratenientes más poderosos de Entre Ríos. Vivió su infancia en Argentina, hasta que a sus 9 años, su familia cambia su residencia a Uruguay, por las diferencias políticas que tenía su padre con el gobernador de Entre Ríos. Para Clara, además de sufrir por el cambio de hogar, sus padres decidieron, ya que era una niña de «espíritu muy libre», acordar un matrimonio para cuando tuviera 14 años.

Pasó el tiempo y llegó el momento, nada hizo que su padre y madre cambiaran de opinión. Clara se casó a los 14 años con José María Zubiría de 36 años, un aristócrata del Río de la Plata. Resultó, como la mayoría de este tipo de acuerdos. A pesar de ello, no dejó de rebelarse ante la cultura machista basada en las tendencias victorianas de la época. En el Montevideo de aquel momento, las mujeres de clase alta sólo podían habitar dos espacios, la casa o la Iglesia. A Clarita, ni uno, ni otro, le eran espacios cómodos, pacíficos o libres de violencia, así que habito los espacios que ella quiso, yendo a contracorriente de prejuicios y el aumento de malos tratos.

José María Zubiría maltrató a Clarita, durante mucho tiempo, casi toda su adolescencia desde que se celebró el casamiento. Los primeros años del matrimonio, tuvieron dos hijas y un hijo. Vaya a saber cuántas vejaciones y severos maltratos tuvo que haber sufrido que, se escapó junto con sus hijes. Se instala en la Villa de las Duranas (actual Museo Blanes), lugar de veraneo de su propia familia. Durante un buen periodo, se siente en libertad. Empieza a disfrutar de sus salidas a cafés y encuentros sociales, decide la forma en la que quiere criar a sus hijes, goza de su cuerpo, mantiene relaciones sociales y amorosas con quien le vino en gana. Sin embargo, comenzó también, el acoso de su marido, las instituciones morales y las críticas de la alta sociedad, a la que por nacimiento pertenecía.

En ese periodo, Clara tuvo amantes y más hijes. Uno de los más conocidos amantes y con quien convivió durante un tiempo, fue con Ernesto de las Carreras. Del resultado de esa relación tuvieron un hijo, el célebre escritor Roberto de las Carreras. Pese a todo, su vida era un calvario. Se sucedieron un sinfín de querellas jurídicas que le puso su marido, luego le quitaron la potestad para cuidar a sus hijes, se la tachaba de inmoral y deshonesta, por utilizar vestidos de colores fuertes, con escote y el pelo suelto.

Habiendo conseguido un fallo a su favor en las cortes, consiguiendo el divorcio, su ex-marido no deja de tramar estrategias para continuar con el acoso. Finalmente, la sociedad machista, el marido, el clero e incluso su familia, la declararon loca. Construyen un altillo en Villa Duranas y la encierran allí durante muchos años, hasta su muerte. Lo cierto es que, tras esa triquiñuela, quienes la declararon loca se quedaron como albaceas de su gran fortuna.

La historia de Clara es, sin embargo, una historia de una mujer que exige libertad e igualdad, en una sociedad discriminatoria y machista. No sólo la importancia de sus palabras, documentadas en los archivos de sus querellas, sino, su fortaleza y coherencia al manifestarse en contra del acoso machista sistémico a la que estuvo sometida de por vida.

La Revancha de Clarita

En Montevideo es conocida la leyenda de Clarita, no precisamente por sus declaraciones feministas, sino por lo que dicen es su fantasma en el Museo de Blanes. Según los cuentos, en el Museo no se puede cambiar de lugar el retrato, si eso pasa, al día siguiente, los cuadros aparecen de revés. También se dice, que el retrato está vivo y que, en ocasiones, la figura de Clarita mueve sus ojos. Aterrador, ¿no?

Siendo sensatas, vemos como la poderosa y libre imagen de Clara García de Zuñiga, sigue teniendo su efecto. En vez hacer justicia con la historia, hablando de Clara y su revuelta feminista personal, se abre un abanico de misterio para justificar una declaración de demencia inventada. Siendo mágicas y fantasiosas, alegra pensar que la rebelde Clara ande moviendo el decorado de cuadros de la que fue su casa, a su gusto y antojo. Y, además, de moverse ella misma al lugar donde quiere estar. ¡Como debe ser!

Mira frente a frente a Clarita

El Museo de Blanes se encuentra abierto de lunes a viernes de martes a domingos de 12 a 18 hs. La entrada es gratuita. En el predio de la Mansión, también se encuentra el Jardín Japonés y un bello parque para observar la Mansión con perspectiva.



lo que no cuentan es la asesinaron y la encontraron enterrada en ese lugar.