miércoles, 5 de agosto de 2020

Jesús La historia para niños ahora con Fotos del libro

JESUS
Este cuento no puede empezar, como todos los cuentos, con las palabras de siempre : Habia una vez..., porque ésta fue una única y maravillosa vez. Yo sé que gustará mucho a los niños. Ni aún las mejores de esas cuentistas adorables que son las abuelas pueden comparársele: ni el pulgarcito, ni el Blanca Nieves, ni el de la Bella durmiente  del Bosque. No hay él países de leyenda ni castillos edificados sobre las rocas; todo sucede en una estrecha franja de tierra besada por el mar. No hay príncipes  apuestos ni princesas convertidas en cisnes, pero sí un niñito humilde que al final transforma en rey de reyes. No hay magos ni hadas buenas; hay pastores, carpinteros y pescadores que pescan nada menos que almas de hombres. No hay tampoco filtros ni varitas mágicos, pero sí unos hechos extraordinarios llamados milagros. Ahora comenzaré mi relato. Espero que al final se me de la razón.

Hace muchisimos años - tan incontables como las estrellas del cielo o las arenas del mar - vivieron en un rincón hermosísimo de la tierra, denominado Paraíso, el primer hombre y la primera mujer: Adán y Eva . El aire tibio parecía una caricia . Entre los árboles y plantas de frutos enormes y flores preciosas, paseábase una multitud de animales que hablaban entre si como los hombres. El león y la gacela, el tigre y el cordero vivían en paz. No había lluvias, vientos ni tempestades. Tampoco trascurría el tiempo. Adan y Eva, pues no envejecián . Se cuenta que en el más alto de todos los árboles del Paraíso anidaba el pajarillo azul de la felicidad. Adán y Eva no podían acercarse al árbol de la ciencia del bien y el mal- raro árbol aquel - ni probar sus frutos. Lo había prohibido Dios , el creador de todas delicias. Mientrás obedecierón , fuerón felices. Pero sucedió que en el el Paraíso habitaba un animal pérfido: La serpiente: Está aconsejó a Eva que comiera los frutos vedados para parecerse a Dios
Eva siguío el mal consejo e hizo comer también a Adán. En segudia corrieron a cubrirse, pues se le abrieron los ojos y vieron que estaban desnudos. Entonces tembló la tierra toda y apareció  un Dios imponente de ojos terribles. Arrojó a sus criaturas del Paraíso para siempre, y en la entrada, para que no volvieran, puso un ángel con una espada llameante.
Desde aquella lejanísima fecha , Adan y Eva, sus hijos y los hijos de sus hijos conocieron el dolor, las enfermedades, las fatigas y la muerte. Y aseguran los que saben, que ya no se puede tocar el pajarillo de la felicidad, porque se muere.
La tierra, antes alegre , se llenó de lágrimas y hasta de sangre. Peró Dios, que el padre bondadoso, tuvó lastima, se condolió de sus pobres criaturas.
Para salvarlas, eligió a la más dulce de las mujeres: María de Galilea, desposada con José, que era familia de David.
Las manos de María parecían paloma, y sus ojos lucían como estrellas en el fondo de una quieta fuente.
na vez hallábase en su jardincillo. Atardecía . El aire se llenó de pronto de un perfume misterioso y sobrenatural. De la altura bajó una figura celeste. Era Gabriel, el ángel preferido de Dios . Tenía las alas salpicadas de rocío, como bordadas con diamantes. Llevaba en la mano una vara de azucenas y a su alrededor había como un temblor de alas, como un murmullo de suavísima música.
Gabriel, hincando una rodilla en  tierra le habló a María:
- Dios te salve, María , llena eres de gracia.
Luego le dijo con dulzura que debería alegrarse, pues Dios la había elegido para madre de su hijo, quién reinaría sin fin sobre los hombres.
María inclinó con obediencia la cabeza y respondió:
- Yo soy la servidora de Dios ; cumplase en mí Su voluntad.
El mensajero del cielo batió las blancas alas y se perdió en el infinito.
Cierto tiempo antes Gabriel se había aparecido a Zacarías, pariente de María y de José, para anunciar que Zacarías sería padre de un hijo. Zacarías se había casado con Isabel. Ambos eran entrado en años. Poco después  de la Anunciación, María fue a visitarlos a su casa de la montaña. Al entrar, Isabel la saludó con estas palabras:
- Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Ya sabia Isabel la nueva maravillosa: el señor le había abierto los ojos. También a José se le apareció en sus sueños el mismo ángel. Díjole que María sería la madre del Hijo de Dios, a quien deberían llamar Jesús (que significa Salvador) porque lavaríanchas de todos los hombres. El emperador Cesár Augusto ordenó por entonces que todas las personas de la tierra  anotaran su nombre y el de su familia en la ciudad donde habían nacido. María y José pusiéronse en camino hacia Belen, la ciudad de David. Los caminos se veían repletos de personas mayores, chiquitos y bestias cargadas de bultos. María estaba cansadísima. Al llegar buscaron una casa donde poder descansar y pasar la noche. Les fué imposible. El buen José halló un pesebre situado a las afueras. Les hacían  compañia  un asno y un buey de miradas cariñosas y buenas. Esa noche, un veinticinco de diciembre, nació Jesús, el niño divino que borraría las faltas de los hombres. Dentro del pesebre reinaba una paz celeste. Hacía frío; felizmente , el suelo estaba tapizado de dorada paja tibia. El asno y el buey acercaban sus hocicos húmedos al chiquitín para darle calor. La Virgen lo envolvió en su manto. Alrededor de las cabezas de María, José y el niño habia un aro de luz. Afuera, en el cielo, temblaban millones de estrellas. De los prados elevásabe una fragancia desconocida. Ninguna otra noche ha sido como ésa.
Unos pastores que apacentaban sus ovejas sobre los cerrillos vierón en lo alto una luz prodigiosa. Envuelto en ella bajó un ángel y dijo:
-Pastores : esta noche , en un pesebre de Belén, ha nacido el Hijo de Dios.
Luego lo rodeó un coro de otros angeles y todos cantaron:
- Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Los pastores se encaminaron hacia el pesebre. El niño dormia. Se arrodillaron en silencio.   ! Y era de verse e cuadro que formaban los rudos hombres de ojos mansos junto al inocente y la virgen de rostro pensativo ! El futuro salvador recibìa el homenaje de los pastores. Una vez hombre, èl serìa pastor de almas en el rebaño de la familia universal.
Dìas despuès pasaron por allì tres reyes magos. Una estrella les habìa anunciado en Oriente  el nacimiento del futuro rey de los judìos. Inmediatamente se habìan puesto en viaje. Cabalgaban en camellos  cubiertos con ricas telas bordadas en oro y plata, y cargaban regios presentes. piedras preciosas, perlas, perfumes, tapices. La gente se quedaba boquiabierta. La estrella los guìo durante todo el camino. En Belèn preguntaron dònde estaba el niño que acababa de nacer. Herodes, rey de los judìos , tuvo miedo. Amaba su corona real, y los profetas, desde mucho antes, anunciaban el nacimiento del Salvador. Recomendò a los reyes que a su regreso le dijieran cuàl era ese rey de los judìos. La estrella se detuvo encima del pesebre. Los tres hombres de Oriente desmontaron. Luego adoraron al niño divino y, abriendo sus cofres, les ofrecieron sus mejores regalos. oro, incienso y mirra. 
Retornaron a su paìs por otro camino. Una voz angèlica les mandò que no hablaran del niño a Herodes. Desde aquella fecha parten de Oriente cada año a fin de premiar a todos los niños buenos del mundo.
Burlado por los magos, Herodes ordenò, en el colmo del odio, que se diera muerte a los niños judìos menores de dos años, esperaba que entre ellos se contarìa el futuro rey. Fuè aquella una horrorosa matanza. Del cielo bajò un àngel y ordenò a Josè:
- Toma al niño y a su madre y vete a Egipto. Herodes quiere matar a Jesùs.
Josè obedeciò. Tomò a los dos y marchò con ellos a Egipto. Marìa, montada en un asno, llevaba a su hijito en brazos. Sobre sus cabezas volaba un grupo de àngeles. Gracias a ellos soportaban la soledad, el desierto, la noche, el frìo, el cansancio.
En Egipto vivieron cierto tiempo. Un dìa volviò a aparecer el àngel y explicò a Josè que , habiendo muerto Herodes, podìan regresar. 
Josè, siempre obediente, regresò. Eligìo para vivir un pueblecito de Galilea Llamado Nazaret. Los profetas habìan dicho que el hijo de Dios serìa llamado Nazareno.
Josè tenìa en Nazaret un humilde taller de carpintero. Jesùs le ayudaba a trabajar la madera, o bien cuidaba cabritos en el monte. Era un niño encantador y lleno de sabidurìa. Su figura, sus movimientos y su manera de hablar y de mirar eran etraordinaros, al verlo, nadie dudaba de que estaba lleno de la gracia de su tierra. Despuès  llegarìan los dìas en que tendrìan que dedicarse a elevar a todos los hombres para que fueran buenos, a purificarlos de sus culpas y pecados. Todos los años, para la pascua, Josè, Maria y Jesùs  visitaban la ciudad de Jerusalèn. En cierta ocasiòn - tendrìa Jesùs doce años - sus padres notaron que al regresar que el niño no iba con ellos. Volvieron a la ciudad muy afligidos. Tres dìas pasaron buscàndolo. Lo encontraron al fin en el templo, sentado entre doctores de la ley. Pàlido, de grande ojos serenos y alta frente, ! Habìa verlo frente a los hombres cargados de experiencia y de años! Los doctores no salìan de sus asombro ante la sabidurìa del niño Jesùs. Todas estas cosas Marìa las guardò en su corazòn.



















el libro es  Jesús  : 
Nihil Obstat 
Mons. Antonio Rocca
Ediciones tito 
Texto de A. Saint Aubert
Ilustraciones de V.gheno

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