“Glorioso y buen San José,
Tú que has conocido todas las tribulaciones para encontrar un hogar para María y Jesús,
recuerda lo mucho que te preocupaste por ellos, de tus diligencias y puertas cerradas que encontraste cuando acompañabas al Niño Jesús en el camino del censo, después exiliado y finalmente de vuelta al país.
En la precariedad, siempre te encargaste de las condiciones materiales, expresando tu amor y preocupación, tu presencia fiel y protección hacia María y Jesús.
Vigila mis pasos para encontrar alojamiento, que se realicen sin problemas y con claridad, y especialmente vigila mis tratos con los propietarios y las condiciones de arrendamiento.
Que este nuevo hogar sea acogedor, pacífico, con buenos vecinos y una buena relación entre todos.
Que todos los que vengan a mi hogar se sientan acogidos por tu presencia. Llena este hogar con el amor de Jesús y María. Amén.”
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